Violencia de género
Pamela Elisa Caro Molina, Directora de Centro CIELO Universidad Santo Tomás,
El 25 de noviembre de cada año, desde hace más de dos décadas, se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que busca hacer visible un dolor que nos afecta a todas.
Si, nos afecta a todas, cuando ocurren hechos de violencia basados en razones de género. Esto es ser víctima de algún acto físico o simbólico (siendo el femicidio el de mayor impacto y desolación), en base a la subordinación y ejercicio del poder masculino. No porque alguna de nosotras no haya experimentado en primera persona la violencia de género, no quiere decir que no nos afecte a todas, pues todas estamos expuestas a vivir experiencias que atenten contra nuestro bienestar, sólo por ser mujeres. Situaciones que pueden ocurrir en la casa, en la calle o donde estudiamos o trabajamos.
En el mundo del trabajo productivo, resulta fundamental hacer conciencia de las diversas formas de violencia que afectan a las mujeres, algunas sutiles, otras francamente evidentes como el acoso sexual, no siempre fáciles de identificar ni menos erradicar.
En una investigación en curso (Fondecyt 1180590) hemos podido recoger testimonios y experiencias de subvaloración, invisibilización o negación de oportunidades, vividas como violencia de género. Así como también, como otra cara de la moneda, una actitud activa de trabajadoras por reconocer y problematizar las formas de violencia que ocurren en los entornos laborales.
Algunas de las acciones positivas para la eliminación de la violencia de género son la sororidad (solidaridad entre mujeres para apoyarnos mutuamente frente a los indicios de violencia), el fortalecimiento de la capacidad de agencia (ver y evidenciar activamente una situación de violencia de género) y la gestión del compañerismo universal, para decir basta a una cultura que aún sigue normalizando prácticas atentatorias al buen trato, que se han reproducido a lo largo de una historia que debemos comenzar a cambiar.